COACHING, Coaching de pareja, COACHING TELEOLÓGICO, Empresa
Dirección estratégica para el liderazgo personal
Este artículo pretende aprovechar los principios de la Dirección Estratégica para aplicarlos al Liderazgo Personal desde la metodología teleológica. ¿Qué podemos aprender de las teorías de la Dirección Estratégica Empresarial que podamos aplicar al Liderazgo Personal?
Actualmente las personas nos enfrentamos al reto de integrar los continuos cambios de nuestra vida, tecnológicos, profesionales, personales, familiares, sociales, etc., por lo que nos vemos avocados a tomar decisiones cruciales e importantes para adaptarnos al cambiante y complejo mundo en el que vivimos.
En el ámbito empresarial a este proceso se le denomina DIRECCIÓN ESTRATÉGICA que implica poner en práctica todos los potenciales de una empresa, que le procuren no solo supervivencia sino beneficios a largo plazo. La empresa más importante en la que trabajaremos a lo largo de nuestra vida será NOSOTROS MISMOS. Imagina por un momento que tú eres el Director General de tu propia empresa (tú mismo). Asumir este rol implica ser consciente de tus decisiones estratégicas. Estas decisiones estratégicas indicarán la dirección hacia la que quieres ir en un futuro a medio y largo plazo para liderar tu vida. La importancia de estas decisiones para tu futuro hace que el proceso de cambio sea desafiante. Cuando no hay estrategia es como si estuvieras en alta mar en un velero sin timón, dando vueltas sin sentido ni un lugar al que ir. Cuando no tenemos clara nuestra finalidad y hacia dónde queremos ir, encontramos infinidad de distracciones y preocupaciones que nos agotarán, desanimarán y desmotivarán, dejando un vacío en nuestras vidas.
¿Hacia dónde nos dirigimos?
¿Dónde queremos llegar?
¿Quién queremos ser?
¿Qué resultados queremos lograr?
La dirección estratégica nos permite analizar dónde estamos y que decisiones nos han llevado hasta aquí. Partiendo de esta toma de consciencia podemos reconocer cuál es nuestra manera de pensar y actuar y las consecuencias que conlleva; si vemos que no nos está llevando al lugar al que querríamos ir ha llegado el momento de realizar los cambios oportunos, que serán profundos y duraderos. Sabemos que la mayoría de nosotros tememos los cambios, aunque nuestra mente diga que necesitamos cambiar, nuestras creencias más profundas nos frenan ante la posibilidad de ciertos cambios; sin embargo, como estrategas de nuestra propia vida, no quedará otra opción que el cambio si queremos liderar nuestras vidas. Por lo que la dirección estratégica requiere una planificación, un continuo proceso de toma de decisiones, preguntándonos por adelantado:
¿Qué haré?
¿Para qué lo haré?
¿Cuándo lo haré?
¿Cómo lo haré?
¿Con qué recursos cuento?
¿Con quién lo haré?
La etimología de ESTRATEGIA proviene del griego stratego que significa “general” en el sentido de mando militar. Históricamente, las primeras referencias a la estrategia surgen en el s.v a.C. de forma paralela en oriente y occidente. Los griegos Herodoto y Jenofonte, el filósofo y militar chino Sun Tzu con su obra El arte de la guerra, Carl von Clausewitz con su obra De la guerra y Mao con el Libro Rojo, se convierten en referentes clásicos para el mundo de los negocios, textos donde se examinan temas importantes como son: el liderazgo, la motivación, la logística, las comunicaciones y la inteligencia desde un contexto distinto a los negocios. Estas son algunas de las primeras referencias que podemos encontrar que hablan de la estrategia en un ámbito militar. Desde esa época hasta prácticamente el s.xix, todos los grandes nombres de la estrategia corresponden a personajes históricos con una visión general de la contienda en la que se veían envueltos, grandes dotes de mando y capacidad de liderazgo sobre sus soldados. Que traducido al liderazgo personal comporta una visión general de las circunstancias de las que formamos parte, nuestra capacidad para gobernarnos a nosotros mismos (cumplir nuestros propios compromisos internos) y la determinación para seguir con el plan trazado hacia el punto que queremos llegar.
En el s.xx la Teoría de Juegos (1944) de John von Neumann y Oskar Morgenstern introduce en los años 40 la estrategia en el mundo empresarial. A partir de los años 50, las empresas empiezan a introducir la visión y planificación a largo plazo, especialmente en el ámbito financiero. Es en los años 60 y 70 que se amplia la visión global de la estrategia en base a las diferentes áreas que componen la organización y la visualización de las organizaciones respecto a su entorno con análisis del mercado y de la competencia. Alfred Chandler (1962), Igor Ansoff (1976), y Peter Drucker son los pioneros en esta época. Henry Mintzberg (1973), en su libro The Nature of Managerial Work (1973), comparaba la realidad de la labor directiva con la empresarial que se enseñaba entonces y concluyó que el trabajo directivo no es nada enfocado, ordenado y lineal, sino que implica abordar situaciones imprevisibles, caóticas y desordenadas, donde no resulta sencillo distinguir lo trivial de lo esencial e implica adoptar diferentes roles en diferentes situaciones. El gran boom de la estrategia empresarial surgiría en los años 80. La continuación de los trabajos académicos de los autores anteriores y la aparición de nuevos expertos en estrategia marcan esta revolución. En los años 90, Gary Hamel produce sus primeros trabajos en los que destaca la labor del estratega como motor de la revolución interna que provoca un cambio hacia la innovación y mayor rentabilidad de una empresa. Su libro, Compitiendo por el futuro, habla del concepto de la estrategia como de: “la búsqueda de oportunidades a partir de lo que la empresa sabe, puede y quiere hacer”. También introduce elementos básicos para la creación de una estrategia exitosa: las core competencies y performance & opportunity gaps. Asimismo nos habla de la importancia de desaprender para poder aprender de nuevo.
Norton y Kaplan en 1992 hicieron una gran aportación a la planificación estratégica al desarrollar el concepto de Cuadro de Mando Integral o Balanced Scorecard con el que se ayuda a las organizaciones a la identificación de las estrategias a seguir, su visualización y capacidad para medir su éxito basándose en el principio de que “no se puede controlar lo que no se puede medir”. Actualmente el foco de la estrategia se centra en que la estrategia se ejecute logrando los objetivos esperados y alcanzando la visión predefinida de la organización. En este punto están cobrando gran importancia también otros autores como Charan y Bossidy, que en su libro Execution: The Discipline of Getting Things Done, resaltan la importancia de la implementación de la estrategia y los factores que afectan a la misma.
La ESTRATEGIA implica planificar cómo podemos alcanzar nuestros objetivos personales y profesionales y podemos entenderla como el modo en que las personas utilizamos nuestros recursos y capacidades en los contextos en los que nos movemos con el fin de liderar nuestras vidas. Tenemos problemas cuando no tomamos decisiones estratégicas eficaces, a pesar de que nos esforcemos mucho. Hacer las cosas correctas (eficacia) es más importante que hacerlas bien (eficiencia). Si nuestro liderazgo no se basa en principios éticos, que nos beneficien y beneficien a los demás, nuestra empresa morirá. La honestidad y la integridad serán fundamentales para que nuestras decisiones fortalezcan nuestra empresa. ¿Por dónde empezar? Estableciendo prioridades. La estrategia es fundamental en nuestra agenda personal y profesional y nos ayudará a planificar y dirigir con eficacia nuestro proceso de cambio.
La estrategia ha de tener presentes factores como la incertidumbre ante aquello que no podemos controlar, la complejidad del contexto en el que vivimos y los conflictos que aparecerán ante la toma de decisiones y sus consecuencias. En este contexto de incertidumbre, complejidad y conflicto, la dirección estratégica, como parte del liderazgo personal y profesional presupone desarrollar tres funciones básicas:
- Conocer y desarrollar los recursos y capacidades de la persona.
- Integrar los diferentes recursos para aplicarlos desde cualquier rol.
- Centrarse en aquellos proyectos que aporten valor a la vida de la persona.
La dirección estratégica consta de 4 componentes básicos o actividades básicas:
El ámbito o campo de actividad
Es la relación entre lo que hacemos y el entorno en el que nos movemos. ¿Qué quiero hacer? ¿Cuáles son mis opciones actuales? ¿A quién quiero dirigir mi actividad? ¿Qué soporte tecnológico necesito? ¿Qué necesidades capto en la sociedad que yo podría cubrir con lo que sé hacer?
Las capacidades o competencias que nos definen
¿Qué recurso y habilidades poseo para lograrlo? ¿Cuáles son mis activos materiales, psicológicos, actitudinales, financieros y tecnológicos que me darán la capacidad de pasar a la acción?
Las ventajas competitivas
No sólo hemos de poder desarrollarnos en una actividad determinada, sino que debemos hacerlo lo mejor que podamos. No se trata de hacer las cosas bien, se trata de hacer las cosas correctas. La motivación y el autoliderazgo pueden ser competencias claves.
La sinergia
Se trata de interactuar con los demás, de realizar interacciones entre nuestras distintas actividades y roles, habilidades y recursos para generar más oportunidades de éxito que si nos escindimos o compartimentamos. Somos un todo trabajando a favor de nuestra empresa.
El proceso de Dirección Estratégica presenta tres etapas si queremos que sea exitosa:
Formular la estrategia y los objetivos
sencillos y coherentes a largo plazo
desde el autoconocimiento
Crear la MISIÓN (lo que nos define, da sentido y dirección a nuestra vida y guiará nuestras decisiones estratégicas futuras) y VISIÓN (resultado de un proceso de búsqueda, un emerger intuitivo que resulta de la escucha interior, de la experiencia y del autoconocimiento), identificar el FODA, establecer los objetivos a largo plazo, la creación de estrategias alternativas y la elección de estrategias específicas que vamos a seguir, los nuevos proyectos a empezar, los que debemos abandonar, los recursos con los que contamos y con quien aliarnos para crecer y mejorar, aplicar la ESCALA
EVALUATIVA para medir la percepción de nuestro rendimiento). Desde una mirada teleológica significa definir el objetivo del proceso conectado al sueño de la persona y adentrarnos en el autoconocimiento para conocer los recursos internos, el punto de partida, los valores que nos guían y la finalidad para la que vamos a generar los cambios necesarios para lograr liderar nuestras vidas. Se trata básicamente de responder a las preguntas:
¿Qué quiero hacer con mi vida?
¿En quién me quiero convertir?
¿Qué quiero lograr?
Implantar la estrategia eficazmente
valorando objetivamente los recursos
Las decisiones estratégicas generan consecuencias importantes en nuestros distintos roles, por lo que necesitamos disponer de una visión panorámica que nos permita implementar la estrategia con los recursos de que disponemos. Recursos para no sabotear la estrategia diseñada, seguir inspirados en el largo plazo y conectar con aquello que vincula el hacer cotidiano con la finalidad
última de nuestra empresa. Desde la metodología teleológica significa que nos comprometemos a pasar a la acción en todos los roles de nuestra vida para llegar a ser nuestra mejor versión. Implica apasionarnos y entusiasmarnos ante el reto que nos proponemos. Significa ser conscientes de nuestra filosofía de vida (definida por nuestros valores y principios) y responsabilizamos de nuestros resultados y compromisos.
Se trata esencialmente de responder a las preguntas:
¿Cómo y con qué recursos lograré mi objetivo?
¿Qué necesito para lograr mis objetivos a corto y largo plazo?
Evaluar la estrategia
Necesitamos confirmar qué estrategias nos han funcionado y cuáles no para poder corregir, mejorar aquello que no nos acerca al liderazgo de nuestras vidas. Cualquier estrategia podrá ser modificada en el futuro debido a que factores internos y externos nos afectarán. Tres son las actividades que nos ayudaran:
- Volver a realizar el FODA para revisar los factores internos y externos actuales.
- Volver a aplicar la ESCALA EVALUATIVA para poder medir nuestra percepción de nuestro rendimiento actual.
- Determinar las correcciones a las desviaciones que se hayan producido (FASE III de la consecución del OBJETIVO).
Estas tres etapas por las que discurre el proceso de dirección estratégica no se dan completamente una detrás de otra, en realidad el proceso debe incluir los diferentes elementos incluidos en cada etapa para que aporten información constante en el proceso de coaching teleológico.
Formular, implantar y evaluar la estrategia es pensar a través de nuestra MISIÓN EN LA VIDA:
¿Cuál es mi vida?
¿Qué vida es la que quiero vivir?
¿Cuál es mi empresa en la vida?
¿Qué haré para vivirla?
¿Para qué lo haré?
¿Qué retos he de superar para implementar mi plan de acción?
¿Con qué recursos cuento para hacerlo?
¿Cómo lo haré?
¿Cuándo lo haré?
La respuesta a estas preguntas nos llevará a establecer la meta, los objetivos, al desarrollo de estrategias y a la toma de decisiones de hoy para los resultados futuros que queremos. Hemos de ser capaces de visualizar nuestra vida desde el helicóptero para tener una visión global, para equilibrar nuestros objetivos y necesidades actuales con las necesidades que vendrás, para asignar los recursos de manera equitativa y para ser eficaces y eficientes. ¿Para qué? Para llegar a ser los líderes de nuestra propia empresa, es decir, de nuestra propia vida.
Por tanto, volviendo a la pregunta inicial ¿Qué podemos aprender de la Dirección Estratégica para aplicarla al Liderazgo Personal? Se trata de desarrollar la capacidad de dialogar con nosotros mismos y con nuestro entorno, se trata de ser coherente en nuestras decisiones para responder conscientemente en lugar de reaccionar a las amenazas del entorno. Consiste en tener claro un mapa mental que incluya las prioridades, los objetivos, los propósitos y las metas que nos acerquen a ser la persona que queremos ser. Es un compromiso con nosotros mismos y una guía que facilita nuestro actuar en el día a día.
La eficacia y eficiencia de planear una estrategia para liderar nuestras vidas exitosamente
Hermínia Gomà
13 setiembre 2016
Barcelona.
4 Comments
Alex OR
A pesar de que es sencillo por todo el tiempo que pasamos con nosotros mismos, muchas veces no sabemos o no nos paramos a pensar como desarrollar nuestra propia empresa. Muchas veces olvidamos que la empresa más importante somos nosotros, y que a partir de aquí, nosotros seremos importantes para las organizaciones y las empresas.
MARIA ROSA GONZALEZ
Este articulo me ha parecido muy útil, para reflexionar y tomar las riendas de mis acciones.
Me ha ayudado a estructurar los pensamientos y aterrizarlos con fases como la toma de conciencia, enfoque hacia lo importante, asumiendo compromisos y llevarlo a la acción.
La lectura y el conocimiento de esta metodología, me aporta tranquilidad dado que al fin somos nosotros mismos quien decidimos donde ir, el hecho de tener un horizonte alberga esperanza y coherencia entre los pensamientos, las acciones y hechos. Definidos por una estrategia que les da sentido.
Me quedo con el puesto de Directora general de la empresa «Yo misma»: una frase para recordad en aquellas situaciones impredecibles y caóticas.
Muchas gracias, por compartir la información,
Ana Juanes
Un artículo interesante que nos hace tomar consciencia de la importancia de la dirección estratégica en nuestra vida personal y profesional siempre que queramos afrontar un proceso de cambio (y la vida es cambio continuo):
josep gendra
Gràcies Herminia.
Una pregunta importante que me ha inspirado este post acerca de liderar nuestras vidas exitosamente:
«Si tuvieras que contratarte a ti mismo para tu empresa en el puesto de trabajo X: ¿te contratarías a ti mism@?» … y a partir de esa pregunta cerrada, todas las abiertas que necesitemos…