COACHING, Coaching empresarial, COACHING TELEOLÓGICO, Empresa
Liderarnos para liderar la empresa
Es el momento de rediseñar las organizaciones. El escenario dónde intervenían los directivos ha cambiado drásticamente. Actualmente las organizaciones han reducido su carga estructural, es decir, si antes un directivo guiaba a 5 personas, en la actualidad es común encontrar un directivo por grupos mayores, entre 25 y 75 personas. Además, es frecuente que los directivos actuales tengan bajo su responsabilidad personas con las que solamente interactuarán virtualmente. El rol directivo tradicional estaba vinculado a decir a las personas lo que tenían qué hacer, cómo hacerlo y cuándo. En cambio, el rol directivo actual pasa por empoderar y facultar a los colaboradores para que realicen sus tareas.
¿Cómo lograr que los colaboradores sepan aprovechar este nuevo escenario?
Creando un equipo de personas comprometidas y que sepan liderarse a sí mismas. Es la propuesta del modelo teleológico: Líderes, liderando líderes, paradigma de futuro.
En este nuevo escenario los directivos están al servicio de las personas que lideran, logrando alianzas, incentivando el compromiso, generando confianza y creando una cultura que facilite a los colaboradores cambiar un rol “pasivo” por un rol “proactivo” (en lugar de esperar a que se les digan las cosas pasarán a tomar la iniciativa con los recursos de que disponen). Modelo que propuso Robert K. Greenleaf, con su libro El Liderazgo Servidor, dónde el autor afirma que el verdadero líder es aquel que ha aprendido a servir a sus colaboradores y esa es la clave de su grandeza. Su motivación surge de un profundo anhelo de ayudar a los demás. Su pregunta clave: ¿Crecen como personas aquellos a los que sirvo?; mientras les sirvo, ¿se hacen más sanos, más sabios, más libres, más autónomos, más aptos para convertirse ellos mismos en servidores? (1977). Otro autor, James C. Hunter, veinte años después vuelve a incidir en esta idea a través de su conocido libro, La Paradoja, donde nos habla de la verdadera esencia del liderazgo: para mandar hay que servir (1996).
En el campo de las organizaciones podemos encontrar diversos modelos teóricos que han desarrollado el concepto de autoliderazgo.
Según Ken Blanchard, en su libro Liderazgo de máximo nivel (2007), desde su modelo de Liderazgo Situacional, define la esencia del autoliderazgo como: El rol de los colaboradores es convertirse en socios de sus líderes. Y afirma que: El empoderamiento es lo que los líderes dan a sus colaboradores. El autoliderazgo es lo que los colaboradores hacen para poner en obra el empoderamiento (2007).
Según el modelo teleológico estamos hablando de empoderar a los colaboradores para que se lideren a sí mismos. La responsabilidad de la organización y de sus líderes es prepararlos para que asuman su propio liderazgo y facultar a los directivos para que “suelten control” y aprendan a delegar funciones y responsabilidades. Cuando el equipo humano está constituido por personas que se lideran podemos hablar realmente de un equipo comprometido.
James A. Belasco y Ralph C. Stayer en su libro Flight of the Buffalo: soaring to excellence learning to let employees lead, nos hacen reflexionar sobre la importancia de crear equipos de personas que sepan liderarse. En un lenguaje metafórico nos hacen pensar en las consecuencias de una organización dónde el equipo no está facultado para el autoliderazgo. ¿Quién no conoce las tan utilizadas metáforas del búfalo americano y de los gansos para definir este concepto? El búfalo se reúne en manadas de un solo líder, lo que provoca que si el líder se lanza hacia un precipicio el resto de la manada también lo hará ya que todos dependen de él para su dirección y guía, sin saber actuar en forma independiente. Si el líder muriese y no hubiese otro macho dominante que le hubiera confrontado para tomar anteriormente la posición de liderazgo, la manada se quedaría estática, no se podrían alimentar y morirían, como algunas empresas o equipos que cuando falta el “jefe” se paralizan. El contrapunto es el ejemplo de los gansos, que turnan su liderazgo cuando vuelan en equipo haciéndolo en una formación en V, dónde cada uno de los gansos va tomando su turno para dirigir y luchar contra en viento, lo que significa que todos tienen que conocer la estrategia (el destino, la velocidad, la dirección correcta) a fin de llegar a dónde querían ir. Es un liderazgo responsable y comprometido.
¿Qué liderazgo quieres fomentar en tu organización?
¿Cómo es tu organización?
¿Qué estilo de liderazgo es el de tus directivos?
¿Cuál es el tuyo?
¿Necesitas autorización para tomar la iniciativa?
¿Confías en tu equipo para que encuentren las soluciones, por ellos mismos?
¿Cómo empoderar a los directivos para que pasen de “líderes búfalo” a “líderes ganso”?
Con el ejemplo y la inspiración.
Iniciamos el proceso de coaching teleológico desde el equipo directivo para influir en los mandos intermedios y que éstos a su vez influyan, entrenen y ayuden a todas las personas de la organización a crecer y a volar por ellas mismas, para que aprendan a autoliderarse.
Esta forma de liderazgo, como decíamos anteriormente, incluye a los colaboradores y les otorga responsabilidades, preparándolos para resolver problemas. El coaching teleológico se inicia con el empresario y/o equipo directivo para que en cascada toda la organización aprenda a volar. ¿Cuál es el motivo? Desde nuestra experiencia, sólo llegaremos a implantar una cultura de autoliderazgo cuando el equipo directivo la comparta, y la valore como una inversión de futuro para los éxitos de la organización.
Esta cultura que valora el autoliderazgo se sustenta en ciertos principios o valores clave:
• Total confianza, estima y consideración a los seres humanos, como soporte indispensable para llevar a cabo la misión, visión y objetivos de la organización.
• Información compartida para que las personas puedan tomar decisiones responsables y alineadas con los fines de la organización.
• Una comunicaciónclara, abierta, amplia, nítida y en todas las direcciones.
• Formación y desarrollo de todas las personas de la organización para que sea posible trasladar esta cultura a resultados concretos.
• Reconocimiento personal a partir de los resultados alcanzados, tanto en forma de retribución económica, como de reconocimiento público.
Este paradigma de futuro, Líderes Liderando Líderes y esta cultura que fomenta el autoliderazgo, es esencial para aquellas organizaciones que deseen estar en una posición ventajosa en cualquier sector empresarial al que se dediquen.
Otro modelo de referencia es el de Las 25 competencias de liderazgo de Cardona y García-Lombardía, profesores del IESE, de la Universidad de Navarra. Estos autores las agrupan en dos dimensiones: las estratégicas y las intratégicas. En su artículo Cómo diagnosticar y desarrollar competencias (2002) publicado en la Revista de Antiguos alumnos IESE, consideran una tercera dimensión: la capacidad de autoliderazgo de cada persona. Estos mismos autores, en su libro Cómo desarrollar las competencias de liderazgo (2005) consideran esta capacidad constituida por las denominadas Competencias Personales que dividen en externas e internas: Las competencias personales externas recogen aspectos relacionados con la respuesta personal a estímulos externos, como la iniciativa o la gestión del estrés. Las competencias personales internas se centran en aquellos aspectos más íntimos de la persona como su capacidad de aprendizaje o su integridad. Estas competencias potencian la efectividad de las competencias estratégicas e intratégicas (2005).
Richard Leider, en su libro El líder del futuro, manifiesta que el autoliderazgo es la esencia del liderazgo, su base es el autoconocimiento y es esencial en todo cambio personal, de equipos y organizacional.
Luthe García, nos plantea que hoy día tenemos que entender el liderazgo como un sistema de trabajo en equipo, no como una acción directiva. El liderazgo no se superpone postizamente a la persona. Arranca de ella, es la expresión de su más profundo modo de ser y trasunto de su insondable vida interior. […] De ahí la necesidad de que el líder encarne valores sustanciales y sólidos, y no se valga epidérmicamente de teorías pasajeras (2006).
Otro autor de referencia es Viktor Frankl, que en 1946, en su libro El hombre en busca de sentido, afirmaba: El hombre no está absolutamente condicionado ni determinado; al contrario, es él quien decide si cede ante determinadas circunstancias o si resiste frente a ellas. En otras palabras, el hombre, en última instancia, se determina a sí mismo. […] no se limita a existir sino que decide cómo será su existencia, en qué se convertirá en el minuto siguiente. […] La esencia de la existencia es la capacidad del ser humano para responder responsablemente a las demandas que la vida le plantea en cada situación particular (1946). Esta identidad que nos define es un constante proceso de cambio y permanencia, un devenir constante.
Para desarrollar el autoliderazgo es necesario transitar un camino de autodescubrimiento, en cuya primera etapa la persona deberá reconocer cuáles son sus fortalezas y sus debilidades; después de haberlas identificado deberá desarrollar una serie de habilidades. En este artículo partiremos de la las 3 habilidades del autoliderazgo (desafiar las restricciones supuestas, celebrar los puntos de poder, colaborar para el éxito) que nos proponen Ken Blanchard, Susan Fowler y Laurence Hawkins en su libro Self Leadership and The One Minute Manager (2004), y que hemos adaptado con la siguiente propuesta:
1. Desafiar creencias limitadoras
La experiencia pasada pone límites a las experiencias actuales y futuras. Se trata de rediseñar nuestros mapas mentales. Pensamientos del tipo: “Me cuesta tomar la iniciativa”, “No soy nada creativo”, “No tengo formación suficiente”… El problema realmente no son estas creencias limitantes, realmente el problema es pensar que no hay alternativa, que es la única posibilidad. ¿Cuáles son tus creencias limitantes? ¿Cómo desafiarlas?
2. Reconocer el poder interior
El poder por el “cargo” no es el único poder que funciona. El cargo “formal” no es el único lugar dónde reside el poder. Muchas personas desconocen su propio poder. El poder de hacer mejor las cosas, el poder de contribuir, el poder de que ocurran cosas, el poder de ayudar a los demás, el poder de aliarte con otras personas, el poder de las propias fortalezas, habilidades y competencias. Todos somos buenos o muy buenos en algo. Se trata de reconocerlo y aprovecharlo. ¿En que eres bueno? ¿Dónde reside tu poder?
3. Tomar la iniciativa
Se inicia con una pregunta ¿Qué necesito para lograr el éxito? Para ello la persona ha de poder tener claro dónde está respecto a sus competencias y desarrollo y detectar la ayuda o dirección que necesita para lograr sus metas.
Según el profesor Antonio Pérez López, en su libro Fundamentos de la dirección de empresas (1994), existen unos criterios que determinan la calidad de una organización y estos criterios se sustentan en unos determinados talentos de los directivos:
TALENTO | CRITERIOS DE CALIDAD |
ESTRATÉGICO | EFICACIA
Capacidad para lograr los objetivos propuestos. Sobrevivencia de la organización. Busca lograr buenos resultados económicos. |
EJECUTIVO | ATRACTIVIDAD
Grado de satisfacción de las personas de la organización por la tarea y funciones que realizan y por el desarrollo que alcanzan. Busca desarrollar a los colaboradores y adaptar las áreas a las aptitudes de cada uno. |
LIDERAZGO PERSONAL | UNIDAD
Grado de confianza, compromiso e identificación de las personas con la misión de la organización. Busca crear confianza entre directivos y colaboradores. |
•¿Quiénes son tus mentores?
•¿Qué libros, artículos o audios, estás leyendo o escuchando actualmente para inspirarte?
•¿Cuál es tu propósito?
•¿Cuáles son tus talentos, cualidades o habilidades personales y profesionales?
•¿Dónde está tu poder interior?
•¿Cuáles son tus puntos fuertes?
•¿Cuáles son tus áreas de aprendizaje?
•¿Qué haces para reforzar tu poder interior?
•¿Qué haces para desarrollar tu liderazgo?
• Tu diálogo interno ¿fomenta una actitud proactiva o reactivo-pasiva?
•¿Qué pueden los demás esperar de ti?
•¿Qué esperas de los demás?
•¿Dónde quieres llegar en 3 años?
•¿Cómo lo vinculas a la misión, visión y valores de la organización?
•¿Cuál es tu estrategia?
• ¿Qué valores te guían para lograr el éxito?
•¿En qué aspectos se reflejan estos valores en el día a día?
•¿Qué haces para transmitir a los demás que estás a su servicio?
•¿Qué hábitos o comportamientos puedes y quieres mejorar?
•¿Para qué los quieres mejorar?
•¿Qué estás aprendiendo de tus errores?
•¿Cómo puedes economizar tus energías?
•¿Cómo estos cambios potenciarán tu autoliderazgo?
El liderazgo profesional empieza con el liderazgo de uno mismo. ¿Cómo podemos liderar una organización si no sabemos liderarnos a nosotros mismos? El dominio de uno mismo es un compromiso desde lo más profundo de nuestro ser y se trata de mantener esa promesa. Si nos lideramos vemos la organización y sus infinitas oportunidades desde la cima de la montaña, no desde su pie.
Uno de los libros que leen los alumnos que cursan nuestro Máster en Liderazgo Personal y Coaching Teleológico es de Robin Sharma, El monje que vendió su Ferrari. En otro de sus libros, Las 8 claves del liderazgo del monje que vendió su Ferrari, Sharma nos habla de las 5 disciplinas del autoliderazgo. Para este autor la esencia del autoliderazgo consiste en: conquistarse y dominarse uno mismo.
1. La disciplina de la renovación personal. Asignar espacios y tiempos para la reflexión y la introspección, para descansar y cargar pilas, para entrar en contacto con la naturaleza, para estar en soledad, para disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
2. La disciplina de la abundancia de conocimientos. Aplicar el conocimiento como fuente de poder. Lee 30 minutos diariamente, en algún párrafo encontrarás la respuesta que necesitas. Aprende de otros que experimentaron antes que tú esos problemas o dudas. Lee los libros que escribieron personas que han hecho grandes aportes a la humanidad, aprende de sus lecciones. No se trata de lo que aportan los libros, sino de la inspiración que emerge de nosotros cuando los leemos. ¿Qué información introduces en tu mente? ¿Aporta valor a tu vida? ¿Aporta valor a las personas con las que vives o trabajas?
3. La disciplina de la preocupación por las necesidades físicas. Se trata de cuidar el cuerpo, la salud, hacer ejercicio, comer sanamente con una dieta equilibrada, pasear, hacer deporte.
4. La disciplina de levantarse temprano. Cuando realmente estamos comprometidos con nuestra misión disponemos de más energía, no nos sentimos cansados. Queremos tener más horas para dedicarnos a aquello en lo que creemos y amamos.
5. La disciplina de la mentalidad del lecho de muerte. Se trata de vivir conscientes de nuestra muerte, no desde una visión trágica, sino desde una visión de celebrar la vida y las oportunidades que nos brinda. Poner pasión e intensidad en todo aquello que hagamos. No vivir como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para vivir. Que la vida no nos deje atrás. No aplacemos los sueños ni las esperanzas. Vivamos cada día como si fuera el último.
Algunas sugerencias útiles para fomentar el autoliderazgo
• Tomar consciencia de nuestra manera de relacionarnos con nuestros colaboradores, seguidores o líderes. Nuestros valores hablan de nuestro liderazgo.
• Tomar consciencia de nuestra capacidad de elegir. El coraje de elegir nos empodera.
• Tomar consciencia de si estamos en conexión con nosotros mismos y de cuál es nuestra fuente de energía. Priorizar lo realmente importante.
• Ser conscientes de la importancia de mantener el equilibrio en nuestras vidas: mente, cuerpo, corazón y espíritu. Mantener una clara y apasionada visión personal.
• Tomar consciencia de nuestros talentos y fortalezas, de nuestras fugas de energía y de nuestras áreas de mejora. Conectar con aquello que nos hace vibrar.
• Ser conscientes de que nuestras decisiones generan consecuencias y estas consecuencias son un legado que aportamos a los demás. Ser coherentes con el legado que queremos dejar y con el sentido que queremos dar a nuestras vidas.
• Ser conscientes de la propia realidad para poder reinventarnos si es necesario. Atrevernos a aceptar la realidad y tomar la valiente decisión de cambiar.
• Saber celebrar los éxitos nos empodera. Celebremos nuestros éxitos y los del equipo. Sonreír nos conecta con lo mejor de nosotros y nos vincula con la vida desde otro lugar más positivo y creativo, ofrezcamos sonrisas a los demás.
• Tomar consciencia de nuestro papel de protagonistas y dejar de lado nuestros roles pasivos, victimistas y negativos para asumir el liderazgo de nuestras vidas, tanto a nivel personal como profesional.
Rediseñar las organizaciones implica generar oportunidades para que emerja el empoderamiento y el autoliderazgo. Si queremos que en las organizaciones este cambio sea real y sostenible debemos impulsar tanto el autoliderazgo de los directivos como el de los colaboradores. Todas las personas deben aprender a facultarse a sí mismas, aceptando nuevas direcciones desde el compromiso y la confianza. Recordemos que todo cambio se inicia con el propio cambio y debemos impulsarlo en todos los niveles de la organización.
Entender el autoliderazgo como una dimensión esencial en el gobierno de las organizaciones significa abrirnos a nuevas perspectivas y ampliar nuestra visión del liderazgo.
Hermínia Gomà Quintillà
24 de enero 2017. Barcelona
4 Comments
SANDRA TRAVESA ANTÓN
«líderes, liderando líderes», claro ejemplo de la empresa donde trabajo. Nuestro líder ha ido creando distintos pilares que han hecho que la empresa siga hacia un objetivo en concreto.
En mi caso, he liderado un equipo de 7 personas y ahora me toca liderar a toda la empresa, delegando en ellos la responsabilidad que cada uno ocupa en su puesto de trabajo a base de confianza y estima.
Este máster me dará armas par poder gestionarlo.
gracias
Víctor Díaz
Al hilo de lo comentado en este artículo, quería compartir con vosotros la siguiente reflexión. En este nuevo paradigma de “Líderes liderando líderes”, los directivos se encargan de fomentar una cultura que facilite a los colaboradores cambiar de un “rol pasivo” a un “rol proactivo”, tomando la iniciativa en lugar de esperar a que les digan qué han de hacer y cómo hacerlo.
Más adelante en el mismo texto, se vuelve a insistir en la idea de que el autoliderazgo de cada persona pasa por transitar primero un camino de autodescubrimiento, desarrollando las 3 habilidades del autoliderazgo que proponen Blanchard, Fowler y Hawkins.
¿Qué ocurre en el caso de que un colaborador prefiera continuar en el “rol pasivo” por miedo entre otras cosas a salir de su zona de confort? ¿Y si ese alguien, acostumbrado toda su vida a vivir de esta manera, no desea autoliderarse y prefiere ser un sujeto pasivo? ¿Y si además, ese mismo alguien, prefiere no iniciar ningún camino de autodescubrimiento por desconfianza a mirar en su interior? ¿Qué ocurre en definitiva con el líder que intenta liderar líderes que no quieren liderar?
En definitiva, sin la determinación del colaborador, ¿cómo se puede lograr el liderazgo empresarial?
Fran García
Un artículo excelente que, bajo mi punto de vista, trata todos los temas que son fundamentales para crear entornos laborales donde la consecución de los objetivos son consecuencia de la salud entre las personas y colectivos que las conforman. Por citar algunos: el compromiso, el empoderamiento, la inspiración, la confianza, el reconocimiento, etc.
Pero no solo eso, sino que además nos muestra en qué medida las acciones que realizamos como directivos determinan nuestro autoliderazgo y ejercen una influencia en el resto de equipos con los que trabajamos, motivo por el cual nos invita a reflexionar sobre los aspectos fundamentales de nuestro autoliderazgo, porque solo desde un autoliderazgo sólido estaremos en disposición de liderar equipos.
Todo el artículo me parece una guía excelente a la que volver y desde la que profundizar en cada uno de los aspectos que trata. Me ha llenado de ideas y reflexiones y me ha hecho hacer autocrítica sobre mi autoliderazgo.
Dicho esto, me gustaría realizar unas observaciones sobre dos aspectos que se comentan en el artículo:
En primer lugar, respecto a la cita de E.M. Gray que dice “El triunfador tiene el hábito de hacer aquello que a los que fracasan no les gusta hacer (…) Pero subordinan su disgusto a la importancia de su objetivo”. Aunque queda claro el trasfondo de la cita, considero que el camino hacia el objetivo de cada uno no debería estar compuesto de etapas cuya realización suponga un disgusto, sino un disfrute, que la sabiduría reside en saber disfrutar de cada etapa, incluso de las que menos nos estimulan y que, si conseguimos vivirlo de esa manera, cada acción supone ya un éxito en sí misma.
Por otro lado, cuando se cita que Ken Blanchard, en su libro Liderazgo de máximo nivel (2007) afirma que “el empoderamiento es lo que los líderes dan a sus colaboradores”, considero que el empoderamiento no puede ser dado. Creo que el líder debe facilitar, fomentar, crear las condiciones para que el empoderamiento se produzca en el interior del colaborador, y que debe ser éste quien lo construya, partiendo de la voluntad del propio colaborador para que el empoderamiento se genere. Creo que el reto es, también, del colaborador, ya que es a éste a quien le corresponder autoliderar su proceso de empoderamiento, partiendo de su propia voluntad de construirlo. Creo que no se puede generar empoderamiento en un colaborador en contra de su voluntad, por eso considero necesaria su participación directa en su proceso de empoderamiento; nuestra tarea como líderes debe ser inspirar y despertar esa voluntad de construir conjuntamente una relación de confianza mutua en la que todas las partes salgan beneficiadas.
En conclusión, un artículo excelente al que volver una y otra vez por la cantidad de temas que ofrece sobre los que profundizar para construir un autoliderazgo sólido sobre el que liderar a los equipos.
¡Gracias!
PEDRO ANGULO
Es un gusto poder leer este artículo. Estoy completamente de acuerdo con la importancia de primero tener un correcto autoliderazgo para poder luego desarrollarse correctamente como lider, profesional y persona.-
Excelente frase «El liderazgo es determinación y humildad».-